Entrevista a Paulo Olivierh Hanshing

Entrevista a Paulo Olivierh Hanshing

ENTREVISTA A PAULO OLIVER HANSHING, fotógrafo de montaña
Por la socia Alejandra Brusadin

1 – ¿Quién fue primero: el montañista o el fotógrafo? ¿Cuándo comenzaste con esta actividad?

 

Siempre es una pregunta difícil de responder. Comencé el año 2012 saliendo con Marco y Margarita, mi hermano y mi pareja. Partimos con trekking suaves y luego ya empezamos a subir la dificultad hasta alcanzar, a fines de ese año, la cumbre del cerro Las Tórtolas (6165 msnm) que era un anhelo que teníamos de niños junto a Marco. Nos convertimos en la tercera generación de mi familia materna en alcanzar esa cumbre, que es muy especial para nuestra familia.

La montaña vivió siempre en la familia, y la fotografía siempre había llamado mi atención. Pasó que nunca antes me había motivado tanto retratar algo como sucedió con las montañas y, recién entonces, empecé a aprender sobre fotografía y a tomármelo más en serio.

Para cerrar la respuesta diría que me inicié más impulsado por el desafío deportivo que el fotográfico, aunque nunca he sido capaz de subir un cerro sin una cámara en la mano. Siento que me faltaría algo si lo hiciera.

Luces y sombras en las cercanías del campamento Confluencia, cerro Aconcagua

Nikon D750, 24 mm, f/8 – 1/200 s – ISO 100

2 – ¿Te preparas física y psíquicamente para el desafío? ¿Qué significa llegar a esos lugares recónditos de la montaña?

 

La verdad es que no me preparo mucho físicamente. Tampoco considero que sea un montañista profesional ni muy destacado. Me ayudó mucho siempre tener la regularidad de salir al menos 1 o 2 veces al mes. La cabeza se va desarrollando cuando vas expandiendo tus propios límites. Con cada logro te vas convenciendo de que puedes ir más allá, es una progresión y tu mente se acostumbra a entenderlo así.

Llegar a estos lugares significa dos cosas para mí. La primera es la que mencionaba: ver que eres capaz de hacer mucho más de lo que alguna vez pensaste. Descubrir que las limitaciones del ser humano están en la cabeza, en el diario vivir, en el ajetreo de la rutina de la vida y en los miedos que vamos desarrollando, muchas veces, por mera repetición de un molde social que no somos capaces de cuestionarnos.

La segunda es la maravillosa sensación de saber que estas pisando terrenos casi vírgenes, que quizás culturas antepasadas pisaron. Tiene magia -para mi- descubrir que se esconde detrás de tal cerro, o al final de tal quebrada. Esa magia de la exploración me llena mucho. Y la fotografía aparece acá, para registrar esos lugares, acercarlos a la gente que quizás nunca llegará ahí, además de destacar su necesidad de difusión y conservación.

 

Vista a la pared sur del cerro Aconcagua. Caminata de aclimatación.

Nikon D750, 70 mm, f/5,6 – 1/160 s – ISO 100

3 – ¿Cómo encaras un viaje a la montaña? ¿Tus excursiones son acompañado o solo?

 

La gran mayoría de mis expediciones y las de mayor exigencia, son acompañado, por un tema de seguridad en la montaña, pero también por esa alegría de compartir estos momentos especiales con alguien. “La felicidad es real sólo cuando es compartida”, concluye la película Into the Wild. No puedo estar más de acuerdo con esa frase.

Planifico mucho mis viajes. No soy una persona ordenada en mi vida cotidiana, pero suelo ser muy exhaustivo en las planificaciones de las rutas y del equipamiento que debemos llevar.

Se disipa la tormenta. Vista desde el campamento Berlín a 5950 msnm. Cerro Aconcagua.

Nikon D750, 24 mm, f/20 – 1/250 s – ISO 100

4 – ¿Qué equipo fotográfico priorizas para ir a fotografiar la montaña (si podes indicar con detalle que llevas) y como concilias con el resto del equipamiento necesario para autoabastecerte durante esos días?

 

Acá depende mucho de tres cosas fundamentalmente: el objetivo de la expedición, la cantidad de días y la disponibilidad de agua en la ruta.

El agua es un condicionante muy importante, por el peso y el espacio que puede ocupar. Por ejemplo, he llegado a cargar 12 litros de agua en una expedición de 3-4 días a una zona en donde no habrá nieve para derretir. Y en ese caso, no existe la alternativa de cambiar agua por equipo fotográfico, por ejemplo.

En cualquier situación el equipo mínimo de fotografía que llevo es mi nikon D5 con un lente tamron 24-70 f/2.8 y un nikon 80-200 f/ 2.8. Ambos con un filtro polarizador que en zonas de montaña a veces regala una saturación de colores muy atractiva.

Si el objetivo es alcanzar una cumbre no hago concesiones respecto del equipo de campamento, vestuario y comidas. Llevo lo necesario siempre para tener cierto grado de comodidad. Suelo cargar mochilas con más peso de lo esperable, pero no me gusta renunciar a cosas que sé que podría lamentar ya estando en terreno (ya sea equipo fotográfico o de campamento).

Ahora, si el objetivo prioritario es fotográfico, sí aliviano un poco la carga para poder llevar un trípode, set de filtros, un angular más extremo y, si el viaje lo permite, incluso un sigma 150-600.

Tengo una cámara pesadísima, pero no estoy dispuesto a renunciar a sus prestaciones para reemplazarla por una mirrorless, por ejemplo. Como ven, no soy un buen ejemplo en esto, jajajaja.

Sector de la laguna Amarilla, Cochiguaz, pre cordillera del Valle del Elqui. Chile.

Nikon D750, 24 mm, f/16 – 15 s – ISO 50, filtro degradado y filtro nd de 6 pasos.

5 – ¿Ocupas tiempo en planificar previamente las fotos que querés conseguir, los lugares donde vas a detenerte, o simplemente te dejas sorprender con lo que va sucediendo en el camino?4

 

En expediciones con objetivo deportivo, suelo hacerme alguna idea de qué se puede conseguir desde los campamentos. El resto es dejarse sorprender mientras caminas. Con la mochila a cuestas y largas horas de caminatas, o a veces temperaturas muy bajas, no dan muchas ganas de pararse a hacer una foto en medio de la ruta.

En salidas con prioridad fotográfica, suelo tener muy claro lo que voy a buscar, los horarios y el equipo fotográfico que necesitaré llevar para conseguirlo. Busco fotos, referencias, reviso por google earth, en fin. Generalmente decido ir a cierto lugar porque ya sé lo que busco.

Antes era mucho de improvisar, ahora premedito mucho. Pero nunca renuncio a abandonar esa planificación en terreno si descubro algo inesperado que vale mucho más la pena.

Vista hacia el Valle de Cura, Argentina, desde la frontera chilena entre la región de Coquimbo y Provincia de San Juan. El colorido natural resulta impresionante.

Nikon D5, 170 mm, f/11 – 1/500 s – ISO 500

6 – ¿Cuál es tu búsqueda a la hora de componer? ¿Qué elementos priorizas y con qué criterio utilizas estos elementos para lograr una imagen de alto impacto?

 

Quizás acá es bueno contarles que he centrado mi actividad de montaña principalmente en la cordillera de mi tierra y del norte de Chile. Son los paisajes que más me mueven porque los siento parte de mi historia.

Entre las características principales que tiene el territorio es la casi nula presencia de vegetación sobre los 4 mil metros de altitud y, en general, la escases de nieve en abundancia (salvo en época invernal).

Lo que voy buscando en estos lugares es resaltar el colorido de la cordillera que habito, que es bastante particular, y siempre es emocionante encontrarse con alguna laguna generada por los deshielos y la geografía del terreno.

Aparte de las extracciones para mostrar el color y las lagunas, disfruto muchísimo buscando el contraste entre la vida y la muerte. Alrededor de un riachuelo de pronto aparece una zona verde, con bofedales, y es como una señal de esperanza en medio de la piedra desnuda e inerte de la montaña. Esos hallazgos me emocionan mucho.

También recurro a la figura del ser humano en la fotografía, como un elemento para dar escala a un paisaje que es enorme. Es raro ver personas en mis fotos de naturaleza, pero en la montaña muchas veces me resulta útil aprovechar la presencia de mis cordadas e incluirlas en la imagen.

Finalmente mencionaría que suelo hacer fotos en los campamentos, con la carpa iluminada bajo las estrellas y trato de hacer coincidir mis visitas a la cordillera con la salida de la luna.

Salida de la luna coincidiendo con los últimos rayos del atardecer. Vista desde el sector Los Corrales, a 4000 msnm. Cordillera de Aguas Negras, Chile.

Nikon D5, 12 mm, f/8 – 30 s – ISO 500, filtro degradado neutro.

7 – ¿Hay situaciones de luz especiales que preferís?

 

La luz de la montaña suele ser muy especial y emocional. Los ambientes limpios de partículas pueden regalar colores intensos en el cielo y hay que tratar de aprovecharlos.

Con algo de presencia de nubes, es posible que haya un atardecer impactante que combinar con algún primer plano, o aislar con la forma de alguna montaña que sea atractiva.

Creo que disfruto de cada momento del día. En pleno medio día el color de las lagunas y la piedra resalta mucho, en los atardeceres y amaneceres pueden encontrarse luces épicas en el cielo…

Pero, sin duda alguna, lo que más disfruto son los días de luces filtradas, que pueden ser antes o después de una tormenta. Esos días de luces y sombras sencillamente me fascinan. Regalan una sensación de profundidad inmensa y además permiten hacer versiones en color y blanco y negro.

Es curioso, pero el “buen clima” para el montañista, cielos despejados que permitan asegurar un objetivo deportivo, es justamente el “peor clima” que me puede tocar como fotógrafo. En general, mientras más dramático se vuelva el entorno, más lo disfruto.

Pequeño bofedal en la cordillera de Aguas Negras. La señal de vida contrasta con la piedra inerte y desnuda de las montañas.

Nikon D5, 17 mm, f/16 – 1/250 s – ISO 160

8 – ¿Aprovechas tus momentos en la montaña para experimentar con técnicas de fotografía creativas? ¿Utilizas filtros?

 

El filtro polarizador es el que más uso en montaña. Me permite resaltar colores y obtener cielos de azules muy intensos.

Uso de filtros ND para buscar la “sedosidad” del agua o algún filtro degradado neutro para compensar el contraste de luz entre el cielo y el suelo.

Creo que no es un ambiente en el que experimente tanto porque me suele gustar lo que veo. Si la realidad me gusta, no suelo sentir la necesidad de alterarla demasiado.

Quizás lo más cercano a hacer fotografía creativa, es mi trabajo con el 150-600 buscando extracciones del paisaje. En mi serie “Pintadas a Mano” suelo cargarlo por horas en mi mochila sólo por las vistas desde determinadas cumbres, buscando simplificar el paisaje y resumirlo a líneas, color y forma.

Hallazgo de laguna de color calypso explorando los alrededores del límite fronterizo de la cordillera de Aguas Negras. Usando a mi amigo Fernando como referencia de escala en el paisaje.

Nikon D5, 35 mm, f/10 – 1/500 s – ISO 250

9 – ¿Qué cuidados hay que tener con el equipo con las situaciones climáticas extremas que se enfrentan?

 

Yo creo que el cuidado parte desde la compra de un equipo confiable. La nikon D5 es una cámara muy pesada, que se siente su peso en la montaña, pero a cambio te da esa sensación de “tanque indestructible” que no va a fallar. Ojo, que no digo que hay que comprar esta cámara para hacer montaña; hay muchos montañistas más avezados que yo y que usan mirrorless sin problemas. Ahí entran las sensaciones de cada uno.

Aparte del polvo, y la posibilidad de congelamiento en situaciones complejas, creo que el mayor cuidado que debemos tener es con las baterías. El frío las descarga muy rápido si no somos precavidos. Y eso puede ser lamentable en una expedición de varios días en la que no tenemos demasiadas baterías adicionales. Mantenerlas bien resguardas, entre la ropa o en la mochila, creo que es muy importante.

La transición entre el día y la noche en la laguna Verde de la cordillera de Atacama.

Aclimatando para la expedición al volcán Ojos del Salado.

Nikon D750, 19 mm, f/11 – 608 s – ISO 100, filtro degradado y filtro nd de 6 pasos.

10 – ¿Cuál fue la situación más difícil que te toco vivir en un ascenso y la fotografiaste?.

 

No me ha tocado correr grandes riesgos la verdad. Mal clima, mal de altura, fríos extremos, pero nada que haya expuesto mi vida.

Quizás lo más cercano fue el día de cumbre del Aconcagua. La emoción no me dejó dormir esa noche y al otro día nos tocaron horas de frío muy duro que costó sobrellevar.

A unos 300 metros de desnivel de la cumbre me vino un bajón fuerte. No me podía la mochila, me costaba mucho dar un nuevo paso. Gracias al apoyo de mi compañero, Mauricio, pude seguir avanzando hasta llegar arriba. Fue un momento de mucho esfuerzo, que de sólo recordarlo me emociona mucho. Toda esa expedición la guardo en lo más profundo de mi corazón.

Disfrutando de la hora azul en la cumbre del cerro Peralillo tras una reciente nevazón. Valle del Elqui, Chile.

Nikon D750, 19 mm, f/11 – 127 s – ISO 640

11 – ¿Tienes como referentes fotógrafos de montaña de los cuales hayas aprendido?

 

Sí. Mi referente máximo en esta área es Galen Rowell. Me parece que su libro “Luces de Montaña” es algo que todo fotógrafo de naturaleza debe leer. Encontrarán mucha inspiración y ética, cosas que no abundan demasiado por ahí.

A nivel local, admiro profundamente el trabajo de mi amigo Álvaro Rojas Rivera (@fotografiasyturismo) que está desarrollando un proyecto vital en la cordillera de Atacama que, estoy seguro, será trascendente en el tiempo.

Finalmente, no puedo dejar de mencionar a mi maestro José Benito Ruiz. Si bien la montaña no es su especialidad, sus enseñanzas me ayudaron a desarrollar un tipo de fotografía más amplio en diferentes escenarios de la naturaleza. Bosques, mar, desierto, etc. El paisaje en general.

Acampando en la cumbre del cerro Peralillo.

Iluminando con flash la carpa para resaltarla bajo el cielo estrellado del Valle del Elqui. Chile.

Nikon D750, 16 mm, f/4 – 30 s – ISO 5000

12 – ¿Qué aprendizaje te dejan las vivencias la montaña y qué lugar ocupa en tu vida esta actividad?.

 

Los aprendizajes son muchísimos. Descubres que tu tamaño en el mundo no es superior al de una piedra. Es un baño de humildad tremendo, y un ejercicio de introspección maravilloso.

En cada cumbre tienes que hacer el acto de desprenderte de todo porque cada gramo extra pesa, y también cada pensamiento y preocupación. Alcanzar cumbres, como la del Aconcagua, me deja ese sabor de que podemos ser felices con tan poco. Y que tenemos dormida esa capacidad de adaptación que tiene cualquier animal y que la comodidad de las ciudades nos hace olvidar.

También he aprendido a soltar. A disfrutar del viaje más allá del destino. Porque allá no controlas nada, no decides nada. Tú simplemente eres un visitante. Escuchas lo que la montaña te dice y si te da el permiso de seguir, lo haces. Y si no, te das la media vuelta y lo haces agradecido y en paz.

Uno de los grandes montañistas de la historia, Anatoli Bukreev, tiene una frase que me encanta: “Las montañas no son estadios donde satisfago mi ambición de logros, son las catedrales donde practico mi religión. Yo voy a ellas como las personas van a la oración. Desde sus majestuosas cimas veo mi pasado, sueño el futuro y, con una inusual agudeza, experimento el momento presente…mi visión se aclara, mis fuerzas se renuevan. En las montañas yo celebro la creación. En cada viaje (a ellas) nazco de nuevo”.

 

No podría resumirlo de mejor manera.

De la serie “Pintadas a Mano” que extrae de las montañas detalles de color y forma que me parecen atractivos. Cordillera de Aguas Negras.

Nikon D5, 420 mm, f/13 – 1/400 s – ISO 500