Entrevista a ALEXANDRA SURKOVA

Entrevista a ALEXANDRA SURKOVA

Por la socio Marcelo Giorgi

Nació en Rusia, y actualmente vive en Madrid trabajando como periodista, dedicándose a la fotografía de naturaleza como pasatiempo. Presentó sus trabajos en ciudades de Estocolmo, Londres, París, Moscú, Barcelona y también en Washington, Vancouver y Ciudad de México.
Algunas de sus fotos más emblemáticas fueron seleccionadas para un monográfico sobre Lince ibérico en el Instagram de National Geographic de Rusia y fue tapa de la revista Zo Zit Dat, editada en Holanda.

1. Viendo tus fotos en las redes, sos amante de los animales y supongo que desde niña has tenido muchos y variados. Contanos cómo entran a formar parte de tu camino en la fotografía.

Alguno de los primerísimos recuerdos de mi vida es: una vieja bañera, como una enorme mancha de color limón, llena de pollitos de gallina, dos perros, un gato y una tortuga compartiendo conmigo la habitación; la puerta de nuestro apartamento, de unos 30 metros cuadrados, siempre abierta de par en par para cualquier tipo de animal que mi padre (¡estaba obsesionado con los animales callejeros!) o yo, traíamos a casa, cada dos por tres. Creo que en mi infancia mi madre, que no tenía un especial cariño hacia los cuadrúpedos (pero sí, hacia mi padre) habrá perdido unos cuantos años de su vida.

Han pasado unos 30 años desde entonces, y aquí estoy, en pleno campo a 40 km de Madrid, literalmente en medio de la nada, conviviendo además de dos seres humanos, marido, bípedo, e hija, a medias entre bípeda y cuadrúpeda, con un número de perros que varía de 3 a 5, según la temporada…

Paralelamente, he tenido siempre una fuerte atracción hacia la fotografía, aunque hasta hace 2 años, solamente estaba orientada hacia la street photography. No era para nada profesional, más bien intuitivo, mi pasatiempo favorito. Adoraba andar sin rumbo por los barrios marginales, persiguiendo a la gente con la cámara del móvil.

Desde pequeña me di cuenta de que la fotografía tenía un poder increíble. Básicamente un trozo de papel me permitía viajar a aquel mismo momento, día, emociones, palpitaciones que experimentaba a la hora de hacer el “click”. “Y si hago solo una foto al día… ¿podría reconstruir de esta manera toda mi vida, como si se tratara de un diario visual?”…esta fue la pregunta que me inquietaba mucho, me hacía elegir cuidadosamente el momento más importante de las últimas 24 horas.

Seguramente os estáis preguntando ¿y qué tiene que ver todo esto con las fotos de los bichos salvajes que podéis observar ahora en mi Instagram? Pues básicamente mi afecto por la fotografía y el mundo animal se entrelazaron por pura casualidad gracias al… COVID-19, cuando la gente literalmente se evaporó de las calles, pero el deseo de congelar mis recuerdos seguía ahí.

Pero la persona que más influyó en la creación de mi cuenta de animales fue… ¡uno de mis seguidores! Literalmente un día una persona desconocida en aquel entonces me envió un kit fotográfico e informático de altísima gama, que me ha permitido mejorar constantemente la calidad de mis fotos. ¡Nunca le estaré suficientemente agradecida!

Así empezó todo. Descubrí el mundo de los hides fotográficos, pequeñas construcciones colocadas en sitios estratégicos de paso de animales salvajes que permiten fotografiar, o simplemente observarlos desde cerca sin ser vistos ni oídos. Empecé a realizar las primeras fotos y, a partir de ese momento, como si se tratara de una droga, ¡no he parado hasta hoy! Linces, mochuelos, águilas, buitres, osos… cada experiencia es una inyección de adrenalina.

Se me ha abierto de repente un mundo totalmente desconocido. ¿Águila imperial o real?  Buitre leonado, buitre negro, alimoche, quebrantahuesos… ¡hace un par de años no conocía ni estas palabras!

2. ¿En algún momento tuviste el sueño de muchos fotógrafos y fue que National Geographic publique fotos tuyas? ¿Qué sensación tuviste? Contanos esa experiencia.

Jamás podría haber imaginado que mi vida podría tomar un rumbo parecido.

Fue muy emocionante. Un día me contactaron por las fotos y los videos que llevaba publicando desde hace meses sobre el lince ibérico y me propusieron hacer un monográfico en su Instagram. Estuve más de una semana eligiendo y reeditando material que ya había dado por bueno. Al tener tantas opciones te asaltan las dudas sobre cuál podría ser la mejor elección…

Durante varios días estuve contando a miles de personas todo lo que sabía sobre este elegantísimo animal en peligro de extinción. Pero lo más excitante fue leer los comentarios de agradecimiento infinito desde diferentes partes del planeta, esto sí que no tiene precio.

3. ¿Cuál fue la situación más dramática y la más cómica que te ha pasado, mientras buscabas un determinado animal para fotografiar?

Dramático, siempre dentro del punto de vista de una experiencia fotográfica, fue una vez que estuve en un hide casi 9 horas esperando a un lince, con un calor insoportable … y, cuando finalmente apareció, no pude hacer nada porque, por un fallo de los gestores del escondite (no cerraron el techo), había un reflejo tan fuerte en el cristal que impedía realizar las fotos. Mi misantropía sacó mucho nutrientes de la situación….

Cómico, siempre en una espera de un lince, esta vez en la Sierra de Andújar, donde es muy difícil de ver, le dije a mi marido “…si vemos un lince es que estoy embarazada”.

4. Tus focales preferidas están entre 500 y 600mm. ¿Cómo lidias con el peso de los objetivos, el trípode, más lo que llevas en la mochila cada vez que sales al terreno? ¿Algún secreto especial para no cargar con tanto peso?

Intentar, disimuladamente que lleve la mayoría del peso quien te acompañe… ¡es una solución que me ha ayudado bastante! De todas formas, tanto el 600 como el 200-600 de Sony no son especialmente pesados para las dimensiones que tienen.

5. Se podría decir que sos especialista en fotografiar Linces Ibéricos. ¿Por qué ese animal y cómo logras encontrarlo?

Más que especialista, diría yo que soy ¡una hooligan!

Recuerdo aún la primera vez que lo vi aparecer. Corazón acelerado, respiración medio cortada y sin apretar el disparador de la cámara por la adrenalina. ¡me perdí unos cuantos planos buenos!

Aún después de haberlo visto muchas veces, cachorritos incluidos, la emoción cuando aparece es siempre la misma. Lo dicho, de momento… es mi animal preferido.

Para encontrarlo, no hay grandes secretos. Es un animal aún en riesgo de extinción, aunque el programa de repoblación está funcionando muy bien, así que, la única forma de tener buenas chances de verlo es en los hides fotográficos situados en las zonas donde se sabe de su presencia. Hay dos zonas en España, Andalucía y Castilla La Mancha donde se concentran la mayoría de ellos.

Se puede intentar dar con él en un parque natural muy bonito, al sur de España, el Parque de Doñana. Ahí, al estar protegido, se realizan visitas guiadas y hay varios ejemplares, pero al estar en un territorio muy grande es muy complicado tener éxito en la búsqueda.

6. Hay una frase de amor que se puede trasladar a la fotografía de fauna y que dice: “Y llegará el día cuando ambos se verán, y dirán (dirás) valió la pena esperar” ¿Con qué animal te gustaría que te suceda eso?

No he estado nunca en África. Leones, leopardos, jirafas, hipopótamos… la verdad es que un cara a cara con cualquier animal de ese continente debe ser una emoción muy fuerte aunque admito que tengo una especial predilección hacia los felinos.

De hecho, en Argentina hay uno que me llama muchísimo la atención…. ¡un encuentro cercano con un puma debe ser espectacular!

7. Has expuesto tus trabajos en varias de las principales capitales europeas ¿Cómo se sigue después? ¿Te propusiste alguna meta especial o vas viendo qué sale en el día a día?

Empecé hace muy poco en la fotografía de fauna, y, aunque nadie desprecia el alimento para el ego, creo que las exposiciones son sólo una forma de dar a conocer tu trabajo. Quizás un logro real sería poder vivir de ello. Viajar, vivir en medio de la naturaleza, conocer animales y lugares nuevos, pensándolo bien, más que un logro sería un sueño.

Dicen que si haces de tu afición un trabajo, no tendrás que trabajar el resto de tu vida. En ello estamos.

8. En alguna oportunidad has visitado la Argentina. ¿Te gustaría fotografiar algún animal en particular de nuestra fauna?

Estuve en Argentina de vacaciones hace unos años, y me encantó. La recorrí casi entera, sobre todo Patagonia. Sin embargo, como aún no tenía esta “adicción”, pienso volver a visitarla, esta vez con todo el arsenal fotográfico. Como te dije anteriormente ¡me encantaría poder fotografiar un puma!

9. ¿Cuál fue tu fotografía más difícil, sea por las condiciones climáticas, la espera, problemas técnicos con la cámara, etc.?

Sin duda mi primera experiencia fotográfica de fauna. Mi primera foto salvaje.

Sin saber bien de qué se tratara, reservé el primer hide para realizar fotos de un mochuelo. Al llegar, en pleno verano con unos 40 grados a la sombra, me encontré con la versión más básica de este tipo de escondites que es, para entendernos, una mini tienda de campaña con unas ventanitas con rejilla por las que sacar el objetivo.

La espera duró algo más de lo previsto, unas 3 horas y, dada la nula ventilación la temperatura alcanzó niveles cercanos a los de la fusión nuclear. Mi perseverancia, eufemismo para cabezonería, me permitió aguantar hasta conseguir una de las fotos a las que más cariño le tengo. De paso me di una sauna por el mismo precio…

10. Generalmente las obras de arte dan un mensaje al espectador, pero también reflejan mucho de su autor. ¿Te pasa que sentís debilidad para fotografiar un determinado animal por su belleza, o porque crees que tiene que ver en algo con tu personalidad?

Este es el único animal en el mundo por el que siento debilidad infinita: el braco alemán que acogí en Moscú y que viajó conmigo a España. Tiene mi nariz y mi malísimo carácter 

Hablando de los animales salvajes, sinceramente no me identifico con ninguno. Lo que me intriga infinitamente es el proceso, la incertidumbre a la hora de fotografiarlos: nunca se sabe ni cuándo aparece, ni por dónde, ni si aparece en general. La espera puede tratarse de minutos o larguísimas horas, no hay garantías, nadie te trae un lince atado en una cuerda para que puedas elegir el mejor plano. Y cuando lo ves delante, a pocos metros de tu escondite, en su hábitat natural…uffff, algunas veces me da miedo que pueda oír mi corazón que va a mil por hora. Pero tengo que concentrarme, aprovechar al máximo estos pocos minutos que me regala…para sacar su mejor faceta, graciosa o inusual, estos recuerdos que reúno en aquel diario visual de recuerdos y que comparto con todos vosotros en mi Instagram.